Por Oliver Aquino
Cada domingo, lo que debería ser
un día de descanso y recreación para las familias de la provincia Sánchez
Ramírez y comunidades cercanas, se transforma en un escenario de caos y
peligro. Las corridas de motocicletas en la avenida Universitaria y, de forma
alarmante, en el muro de la Presa, están generando serios problemas de
convivencia, seguridad y salud pública, afectando uno de los pocos espacios
turísticos, por no decir el único, accesibles para los residentes de los
Municipios y Distritos Municipales de nuestra demarcación.
La situación ha escalado al
punto de que la población expresa su preocupación con creciente intensidad.
Grupos suicidas de motociclista, en su mayoría jóvenes, invaden la zona sin
ningún tipo de control, realizando piruetas temerarias, compitiendo en carreras
clandestinas y generando un ruido ensordecedor con motores modificados. Las
autoridades, hasta el momento, han mostrado una inacción preocupante, y su
ausencia es interpretada por muchos como complicidad por omisión. Solo el pasado
domingo 13 de julio se vio una acción responsable de parte de las autoridades.
Vecinos y visitantes habituales
de la presa de Hatillo denuncian que estas prácticas han reducido drásticamente
el flujo de familias que antes acudían a disfrutar del paisaje, practicar
deportes acuáticos o simplemente pasar una tarde tranquila. “Ya no se puede
venir con niños, uno no sabe si va a salir herido o tener un accidente por esos
locos motoristas”, declaró una residente visiblemente indignada a este medio
digital.
El fenómeno no solo representa
una amenaza al orden público, sino que también golpea la economía local.
Vendedores y pequeños comerciantes han visto disminuir sus ingresos dominicales
debido a la reducción y el miedo generalizados de los visitantes. Además, el
impacto ambiental no es menor: el paso continuo y agresivo de motocicletas
deteriora caminos rurales y contamina la zona con residuos de aceite, gasolina
y basura.
Es evidente que el problema
requiere una respuesta institucional inmediata. No se trata solo de imponer
controles de tránsito, sino de una estrategia integral que incluya acciones
policiales, regulación vial, campañas de concienciación.
La Presa de Hatillo, orgullo de
Sánchez Ramírez, merece ser protegida y su gente respetada. El turismo local no
puede seguir siendo desplazado por la imprudencia producto del comportamiento
Alofoke, mientras las autoridades se mantienen al margen o no encuentran la
manera de enfrentar esa desgracia enemiga de la paz y la tranquilidad.
No es posible que el turismo se desarrolle en
la provincia si le dejamos los domingos a los miles de jóvenes motoristas suicidas,
no solo proveniente de nuestra localidades sino, que vienen de otras
demarcaciones a sembrar el caos, el miedo y el terror en el tranquilo pueblo de
Cotuí.
El llamado está hecho: es hora
de actuar antes de que los domingos se conviertan, de forma definitiva, en
sinónimo de miedo y terror.
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